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Fotograma: La Mejor Oferta (La Migliore Offerta)

A lo largo de la historia, son muchos los artistas y, aún más incontables, las obras de arte que el ser humano ha creado para reflejar y expresar su realidad y/o sentimientos.

Vamos a realizar un viaje por algunos de los momentos y períodos más destacados dentro del arte para intentar dar, más que una respuesta, una visión sobre una de las grandes preguntas relacionadas con este campo: ¿quién le pone precio al arte?
Dejando a un lado los motivos que le dan valor a una determinada obra artística, como pueden ser la autenticidad, la singularidad, la procedencia, los materiales y dimensiones, incluso la demanda en el mercado actual, una obra de arte es sin duda un bien muy preciado. Pero ¿en qué momento una obra de arte pasa de tener un valor artístico a ser un objeto simplemente económico?
Desde el arte prehistórico, con el canon de belleza femenina al estilo de la Venus de Willendorf, totalmente antagónico al actual, o las escenas de cacería de las pinturas rupestres de Atapuerca, pasando por los monumentos a la muerte en Egipto y Mesopotamia, la evolución de la escultura y su perfección con Fidias y Praxíteles, la compleja arquitectura romana con sus grandiosas y variadas obras públicas, la Edad Media y sus dos maneras de ver y comprender a Dios, el renacer de los clásicos (gracias a la razón), el esplendor del color, la simbología del poder, la sucesión de sentimientos y la expresión de los mismos, la fugacidad de la luz, la crisis fotográfica con su respectiva reinvención de los artistas (siempre a la vanguardia del arte), y la destrucción y mecanización del mismo, hasta la singular y elaborada captación de la realidad, todos estos periodos, sin duda, están marcados por magnificas obras de arte que, sin embargo, han ido cambiando de manos, perviviendo en la historia y aumentando, como seguramente seguirán haciendo, su valor en el mercado.
Existen diversos mecenas del arte, como lo son la Iglesia, los monarcas y emperadores, las familias adineradas, o los museos y galerías de todo el mundo. La mayoría de ellos podemos decir que se mantienen a lo largo tiempo, es decir, llevan ahí desde prácticamente los inicios de la civilización y todos ellos apostaron en algún momento por determinadas obras y/o artistas dotándoles de gran valor e importancia. Bien es cierto que hay artistas que desde el principio son recompensados por sus creaciones, sin embargo, existen muchos otros que son más valorados una vez abandonan este mundo.
Es con la familia Medici, una de las casas de riqueza equiparable a su pasión y visión por el arte, con la que comienza a cambiar el valor de este. Cosme de Medici da a su ciudad, Florencia, el impulso que todos esos artistas visionarios, inquietos e ingeniosos, necesitaban. Quién sabe si no son los Medici responsables, de algún modo, de que el arte tenga hoy por hoy el valor que tiene.
Sin embargo, el poder es el poder y los conflictos bélicos entre familias, reinos y ciudades, influyen directamente en el devenir de las obras y del arte en general. Un ejemplo de ello es Leonardo Da Vinci, conocido a día de hoy como uno de los artistas más virtuosos de todos los tiempos. En su momento se le prefería no como artista, sino como ingeniero, experto en armamento, estratega militar, etcétera, pues parecía un hombre venido de otro tiempo, y en el momento tenían más valor sus artilugios bélicos que su obra pictórica, venerada y muy bien valorada en nuestros días.
Para el galardonado crítico australiano de la revista Time, Robert Hughes, Caravaggio representa un referente que trasciende el arte, según afirma «había arte antes de él, y después de él, pero ya no era lo mismo».

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La inspiración de San Mateo. Caravaggio. Primera versión (destruida) y segunda versión (1602)

Caravaggio fue un hombre de dudosa reputación, jugador, ladrón, borracho, sodomita y se dice que incluso asesino, protegido por sus mecenas; fue un genio incomprendido que tuvo que ceder ante la iglesia, por su inadecuada representación de San Mateo y el Ángel, para poder cobrar el pago y así pagar sus deudas. Pero ahora ¿cuál de las dos obras tiene más valor? Antes de su destrucción durante la Segunda Guerra Mundial la obra inicial adquirió gran valor en el mercado, por encima de su predecesora.
Las historias y relatos de artistas que no ganaron dinero vendiendo obras y que ahora son las más codiciadas las conocemos todos, Van Gogh es ese gran ejemplo. Financiado por su hermano, murió sin ganar un centavo por ninguna de sus más de 900 pinturas, mientras sus cuadros ahora han adquirido gran valor y pertenecen a grandes adinerados que alardean de poseer uno de sus lienzos sin importar cuál sea.

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«Les Vessenots» en Auvers. Vincent van Gogh (1890)

La importancia recae en la firma del artista, el valor ha cambiado; ya no vale la obra, sino su autor. Ya lo decía el gran Pablo Picasso cuando le preguntaron si no le daba miedo de que le robaran alguna de sus obras expuestas a la vista de todo el mundo, en la parcela de su casa. Él contestó: “No, porque ninguna de ellas está firmada”, y por tanto no tenían ningún valor. Para Picasso, un pintor es un hombre que pinta lo que vende y un artista es un hombre que vende lo que pinta. Esta reflexión hace que nos replanteemos de nuevo el valor del arte.
La ocurrencia de Duchamp al exponer un orinal volteado en el museo de arte de Nueva York y titularlo «La fuente» (obra considerada dadaísta) ¿no se entiende la obra sin su correspondiente título ocurrente? El Dadaísmo tira por tierra el valor del arte hasta tal punto que recientemente (enero de 2006 ), Pierre Pinoncelli se orinó y se lio a martillazos con la copia expuesta en el Centro Pompidu de Paris, como homenaje, aludiendo a la idea del propio Duchamp de cuestionar la propia definición del arte.
¿Por qué el precio de determinadas obras se dispara alcanzando cifras astronómicas? ¿es por su originalidad? No olvidemos que Andy Warhol destruyó la exclusividad de las obras con sus producciones en serie, y eso le ha llevado a ser un artista de referencia. Según los entendidos supo crear arte de lo banal ¿o es todo una excusa para mantener la tapadera del arte moderno?

¿Es el arte un artículo de lujo? La tendencia actual tiene al postimpresionismo personificado en Cézanne y Gauguin como referentes en lo que a precio se refiere, alcanzando los 250 millones de dólares el cuadro de los jugadores de cartas de Cézanne y 300 millones de dólares el cuadro Nafea Faa Ipoipo de Gauguin. ¿Quiénes son esos compradores? ¿qué clase de negocio tienen las casas de subastas? Estas son preguntas que todos nos hacemos y pocos se atreven o pueden responder de una manera clara y concisa.

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Paul Gauguin. Nafea Faa Ipoipo. 1892.

En los últimos años vemos la fragilidad de las galerías de arte y casas de subastas que tiemblan con la aparición de nuevos artistas, unos outsiders del arte que inevitablemente se convierten en artistas de referencia como el “desconocido” Banksy, con su arte urbano y vandálico al cual no pueden «echarle el guante» para poner precio a sus obras y sacar tajada de ello.
¿Qué precio tiene un graffiti en un muro pegado a la carretera o bajo un puente? ¿Cuán efímero es? ¿Qué sentimientos puede despertar en una persona? ¿Cómo de original puede llegar a ser? Las posibilidades son infinitas pero la verdadera pregunta sigue sin ser respondida. ¿Qué precio tiene el arte?

Raúl Bernabé. PROFESOR DE HISTORIA.
@BernabeRaul