
Justicia deriva de iustitia. Para los romanos correspondía con una virtud humana; la adaptación constante y habitual de una persona al ius, otra palabra latina que podríamos asimilar a “derecho” en castellano, pero que realmente tiene un sentido más amplio, (parafraseando a Obelix: “Están locos estos romanos”).
No te asustes, no pretendo aburrirte con una disertación sobre cuestiones legales. Tampoco creo que me gustara, ni aburrirte, ni disertar sobre ese tema. Pero si quería llamar tu atención sobre este aspecto ya que nuestra RAE le concede a la palabra “justicia” hasta once acepciones, otras tantas locuciones y algunas construcciones más, como la famosa “justicia poética”.
Con estos mimbres me parece lógico que hayamos perdido el norte al respecto de lo que es justicia y de lo que no lo es.
Volvamos solo por un instante (no te apures) a Roma. Varias formulaciones de dos jurisconsultos de referencia para el derecho romano, Celso y Ulpiano, se recogían como imprecisas en los límites que marca el derecho y la moral. Se vislumbra a lo que me quiero referir ¿verdad?
Por un lado tenemos el ius, el derecho, y por otro la justicia, la virtud humana expresada como un conjunto de valores en base a ese derecho.
A mí, algo, ya de primeras, no me cuadra cuando la virtud o la moral tienen que venir determinadas por un conjunto de normas emanadas de un ser humano, a la sazón imperfecto por naturaleza. Esto me lleva a la conclusión, muy de moda hoy en día, de “es lo que hay”.
Personalmente odio esta frase. Porque no es lo que hay sino lo que queremos que haya. En estas lides nos encontramos con la utilización de la justicia, en el caso que voy a citar ahora como estamento (otro de los significados que puede tener la palabra según nuestra RAE). Una utilización en pro de intereses particulares, porque claro “todos tenemos derechos”. Bueno puntualicemos, todos no. Los seres humanos de los campamentos de refugiados, tanto en el centro de Europa como en otras partes del mundo, tienen algunos menos.
Pero en este punto, y siempre según la RAE, nos referimos a otra acepción distinta de la palabra. En concreto a la de justicia social. Quizá esta sea menos justicia que la otra a tenor del caso que se le hace últimamente. Y es curioso porque incluso aquellos que renegaron de esta justicia social arguyendo razones de peso para votar por ejemplo a Donald Trump, están siendo damnificados por el resultado de sus acciones en contra de esa justicia social. Curiosa esta vida, ¿no?
Mientras que países recogen penas en sus cuerpos legales para ciertos delitos (sobre todo los de sangre) como la de muerte, o la cadena perpetua (aquí nos hemos acercado mucho a este punto en los últimos años), el índice de criminalidad de sus estados, es mucho mayor que el de países que no las incorporan; curioso.
De vuelta a nuestro mundo, algunas personas reclaman este tipo de sanciones para sus sistemas, pero yo pregunto en base a las definiciones que he dado antes ¿se trata de justicia, o de odio? ¿cuál es la razón? ¿se basa en esas cuestiones morales a las que veríamos que se refería el derecho romano? Mientras esas mismas personas piden que se penalice el aborto, por ejemplo, solicitan la pena de muerte para ciertos delitos. No entro a juzgarlo, lo dejo sobre la mesa, cada cual que obtenga sus conclusiones.
Desde que entré en la facultad de derecho me percaté de muchas cosas, pero sin duda una de las más importantes era que aquello que haría si entraba dentro del sistema, era de todo menos justicia. Básicamente porque es muy difícil, por no decir imposible, reparar ciertos daños de un modo equitativo que deje satisfechas a todas las partes en base a un cuerpo legal. Sino, no tienes más que mirar las causas que se instruyen hoy en día, que están en la prensa (otro tipo de justicia que me encanta, me parece muy divertida, muy al estilo Fuenteovejuna, y que viene a ser la de “tomarse la justicia por su mano”) de forma constante.
Hace poco, podíamos ver por televisión las declaraciones “altaneras y provocadoras” ante las preguntas de la fiscalía de presuntos responsables de uno de los mayores casos de estafa bancaria de este país. Personas multimillonarias y con poder político, de ese que promulga leyes que hacen que se aplique esta «justicia” de la que hablamos. Esos que causaron con su avaricia desmedida, ruina, crisis coronarias, enfermedades mentales, suicidios… todo muy moral y muy ético.
Mientras la “moral” rige las acciones que llevan a promulgar leyes que persiguen chistes (de dudoso gusto y a lo mejor reprobables) contra la figura de dictadores en las redes sociales, y llevan a la fiscalía (también muy independiente y afín a esa línea que separa derecho y moral/ética) a solicitar penas de cárcel de dos años y seis meses con más de tres años en libertad vigilada después para esos sujetos tan peligrosos. Es la misma fiscalía que luego no ve motivos para iniciar causa contra un miembro de la familia real con grandes lagunas de memoria y escasa comunicación con su pareja, imputada en un caso de fraude, blanqueo de capitales, malversación, prevaricación…
Ante estas acciones, se produce la indignación del pueblo, cierto, y también el famoso “es lo que hay” posterior, mientras que el juez instructor del caso se lleva las manos a la cabeza ante otro triunfo más de la justicia (se nota el tono irónico de la última parte, ¿verdad?)
Personas que van a la prisión por deudas insatisfechas que no exceden los sesenta euros, mientras influyentes adinerados no la pisan aunque quede probado y manifiesto su atracción por el dinero ajeno.
Sociedades en las que cada vez más el dinero, ese ídolo de masas, está en manos de unos pocos mientras unos muchos están al borde de la exclusión social. Ocho millones de personas se encuentran en desempleo en nuestro país, según los últimos informes serios, no los que dependen de organizaciones administrativas, que esos ya se sabe que tienen sus directrices bien claras. Pero no pasa nada porque la economía ha crecido según nos han dicho en el último debate del Estado de la Nación.
¿Esto es más ius o iustitia a tu juicio?
No estoy seguro, pero cuando me levanto y conozco la noticia de un nuevo caso de corrupción, de mangoneo, la muerte de un ser humano en una patera, la explosión de una bomba en una atentado, una violación, la explotación de niños por parte de grandes marcas en el sudeste asiático y ese largo etcétera que ya conoces, estoy convencido que la señora de la balanza se ha levantado la venda de los ojos y unas veces mira para un lado y otras directamente se hace la tonta.
Total, “es lo que hay”.
José Carlos Sánchez. ESCRITOR @jcsanchezwriter