Jose Padilla (Santa Cruz de Tenerife, 1976) es dramaturgo, actor y director. Sus trabajos han sido reconocidos y galardonados con el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España (2013), o el primer premio en el certamen Almagro Off (2016), entre otros. Cuenta en su haber con obras como como Perra vida, La isla púrpura o Malcontent, y ha sido el primer dramaturgo español en estrenar en el Globe Theatre de Londres. Hoy nos habla de uno de sus últimos trabajos, PAPEL, una obra de obligado visionado en estos tiempos que corren.
Publicado por Ciara Cervantes

El próximo 2 de mayo se representa en el Teatro Reina Victoria de Madrid “PAPEL”, una obra escrita y dirigida por ti, que habla del bullying, y que ya está siendo representada en diferentes centros educativos. ¿De dónde nace la idea de llevar el acoso escolar a los escenarios?
La propuesta parte de Ventrículo Veloz, la productora que Verónica Pérez y Cristóbal Suárez han creado y cuyo principal objetivo es acercar el teatro a las aulas abordando temas susceptibles de ser tratados en las mismas. Por fortuna, se está empezando a hablar del acoso escolar con cierta frecuencia, poder nombrar el problema es, como poco, el primer paso para resolverlo.
Esta obra tiene la particularidad de centrar la atención en los distintos entornos del acosador y no en él específicamente ¿Cuál es la pretensión de ese enfoque?
Tengo la sospecha de que si me hubiese centrado en la situación de acosador/acosado, flaco favor me hubiera hecho para poder contar la historia. Las situaciones que se dan ahí son tan terribles -insultos en su expresión más inmediata, y, de ahí, agresiones físicas de todo tipo- que hubiese eclipsado al resto de escenas. Es importante invitar a la reflexión, no epatar al espectador.
¿Cuál es la reacción más habitual que os encontráis en el público adolescente al terminar la representación?

Positiva en cuanto a la experiencia teatral que viven. Son un público que, de entrada, se siente desterrado de los teatros, han entendido que la escena es un coñazo a la que van por obligación a veces y poco más. En ‘Papel’ les hablamos de tú, eso suele sorprenderles. El teatro es universal y esto, obviamente, incluye a los adolescentes. No hay nada malo en acercarnos a ellos y así nos lo hacen saber. Se sienten espejados en la función y algunos, que han sufrido bullying, comparten públicamente su experiencia. Son momentos duros, pero de una utilidad enorme. Hablar es el primer paso.
¿Quién crees que necesita más concienciación sobre la problemática del acoso escolar, los niños o los adultos?
Todos. Los adolescentes para actuar de inmediato, ellos están en primera línea del problema, y los adultos para saber reconocer el problema y obrar en consecuencia. El “es cosa de chavales” ya no sirve. Mirar para otro lado nos trae consecuencias terribles.
¿Qué responsabilidad tiene el sistema educativo y el núcleo familiar en el hecho de que el acosador proyecte su inseguridad en forma de agresión a otros?
Los dos foros que mencionas son los que conforman el ciudadano que el niño de hoy será en el futuro. Es una labor complicada, de diamantista, el cómo se educa a un niño; pero si se obvia, si se espera que la labor se haga por combustión espontánea, se da el potaje perfecto para que se genere un acosador. El acosador es el primero que tiene miedo, adquiere poder y acaba con su miedo mediante el insultoy la fuerza bruta. Inculcar valores y ocuparse de ellos es el camino más efectivo para erradicar la lacra y evitar que la agresión gratuita se dé. No desentenderse, en definitiva.
Hay personas que conviven con un caso cercano de bullying, ¿qué recomendación le darías para paliar esa situación?
Me remito al mensaje de la función: “Habla”.
Shakespeare decía que el mundo es un escenario, ¿tú como dramaturgo sientes de la misma forma que cualquier situación de la vida cotidiana se puede representar para su reflexión?

En la anécdota está la historia y en la historia el mensaje. Se suele hablar de las obras de teatro, ya desde su concepción, como receptáculos de un tema. Yo discrepo. Albergan situaciones, y ahí, si acaso, estarán los temas. Somos, en el mejor de los casos, narradores de anécdotas. En el cómo se narren, eso sí, en lo diestros que seamos a la hora de contar las historias, está la horquilla en la que nos ganamos el derecho a ser considerados dramaturgos o no.
¿Cómo condiciona el gobierno actual a la hora de poner un texto sobre el escenario?
Buf… No sé ni por dónde empezar. Condiciona para mal. Eso seguro. Acaban de bajar el IVA del teatro del 21 al 10%. Bien, vale, desde 2012 ya era hora. El cine, por desgracia sigue en las mismas. Pero, ciñéndonos a la escena, el daño, a través de los años, ha sido una erosión de la que difícilmente nos recuperaremos, no al menos en el horizonte inmediato. Me preocupa especialmente la identificación engañosa entre teatro, cultura, y lujo prescindible. Sorpresa: no solo no lo es, sino que además es una industria que aporta riqueza. Lo cultural se trata con sospecha. ¿Cómo si no se explica la eliminación de la asignatura de Literatura Universal o la Filosofía dentro de los planes de Bachillerato? Precisamente el público objetivo de nuestra función ‘Papel’ se queda sin las asignaturas que más pueden servirles con el fin de crearse un criterio propio, una visión propia del mundo en el que habrán de desenvolverse. Me temo que los resultados, tristes de necesidad, los veremos de aquí a no mucho.
¿Cuál de los premios obtenidos ha resultado un punto de inflexión en tu carrera?
Todos han sido muy de agradecer y muy importantes. Pero si he de escoger uno, el premio El Ojo Crítico de Radio Nacional de España marcó un antes y un después. Me dio visibilidad. Me la sigue dando.
¿Qué cualidades dirías que te han llevado a ser uno de los jóvenes dramaturgos de referencia de este país?
Ignoro si soy referencia, pero lo que no estoy tan seguro de ser es joven. Tengo 41 años, feliz de tenerlos y de cómo los llevo, quede claro, pero esto va camino de llegar al medio siglo y seguir ahí. Forever young, como en la canción. En cuanto a la cualidad… si hay alguna a destacar es la de tratar de reinventarme a cada obra que escribo. Ninguna es igual a la anterior. O eso intento.
¿Qué proyectos tienes actualmente?
La próxima producción de Ventrículo Veloz también la escribo y la dirijo yo, se llama ‘Por la boca‘ y estará centrada en los trastornos de la alimentación. A mediados de mayo se estrena ‘El rufián dichoso‘, pieza de Cervantes producida por Fundación Siglo de Oro que cuenta con mi dramaturgia y, a finales de junio, estrenamos en el Teatro Pavón una pieza que firmo y dirijo titulada ‘Las crónicas de Peter Sanchidrián‘.
COCKTAIL
¿Prefieres crear una obra para una gran y exclusiva audiencia, aunque tengas que ceñirte a ciertas reticencias, o trabajar para un sitio más humilde pero donde tengas libertad de creación?
Según. Pero por lo general me quedo con la libertad de creación. He elegido un cierto estilo de vida que no todo el mundo entiende. El precio quizá sea alto, pero, gracias a ello y al menos hasta hoy, tengo la posibilidad de elegir con libertad el proyecto en el que me meto. Y eso es impagable.
¿Cuál ha sido tu mayor obra fuera de los escenarios?
No sé qué decirte. ¿Que soy buen amigo de mis amigos? Eso puede ser, sí. Pero te diría, así en crudo, que mis mayores obras están en la escena. Es lo que hay.
Un reto pendiente
El siguiente montaje.
En una palabra, ¿cuál es para ti la esencia del teatro?
Ahora.
¿Cuándo podremos verte dirigiendo en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida?
Por mí, mañana mismo. De todos modos, no hay prisa. Haciendo hoy llegas bien al futuro.
¿En qué teatro sueñas ver una de tus obras?
Se me van cumpliendo esos sueños. Las he tenido en el Globe de Londres, en el Teatro del Arte de Moscú o en la calle Corrientes de Buenos Aires. Por seguir soñando… venga, vámonos a Broadway.
¿Compartir nombre y apellido con el torero José Padilla ha dado lugar a alguna anécdota?
Si yo te contara… Ahí va una. Me viene a recoger un chófer de la radio que me ha de llevar a una entrevista. Yo estaba en el lugar pactado y el chófer no aparece hasta pasada la hora. Por poco no llego. ¿La razón? Él estaba buscando a un tipo con parche en el ojo y patillas, claro.