Al igual que el director recomendó a los actores no ver la película Smoking Room antes de iniciarse en el proceso de preparación de la obra -exceptuando a Manuel Morón, que formó parte del reparto de la versión cinematográfica- acudimos al Pavón sin ver el film, vírgenes y sin olvidar que veremos un ensayo general. Todo lo que sabemos va en función de un elenco muy reconocible a nivel televisivo, un título y un cartel que nos da pistas cuando observamos que sus personajes posan en trajes de chaqueta. Y así, ¡vírgenes! y dispuestos, acudimos a la cita.
Imaginad la oficina de una empresa, donde rigen unos superiores distantes que no parecen vivir la misma realidad que sus empleados. Estos son de lo más variopinto y sus rasgos característicos los señalan con obviedad. Encontramos al campechano, al estratega, al trepa, al rebelde; todos ellos fumadores. Llega entonces la nueva normativa que prohibe fumar en la oficina y uno de ellos promueve la creación de un cuarto de fumadores. Esto desencadena un conflicto que nos llevará a ver la verdad que cada uno esconde tras la corbata. Altivez, soberbia, individualismo, rebeldía… incluso violencia. Una microsociedad análoga a la nuestra y claramente extrapolable al marco sociopolítico actual.
“Smoking Room” cuenta con seis grandes actores, que defienden con solvencia un texto sin demasiados entresijos. Todos los personajes parecen ser malos comunicadores y con un toque de cuñadismo. Evidentemente nos arrancan algunas risas, pero echamos en falta, en alguna ocasión, retazos de un humor más característico de una obra con fondo y tintes de comedia, que acompañe al humor previsible, y cercano al sketch, que predomina.
Conscientes de que la obra tendrá un largo recorrido, hay talentos que no se tapan con facilidad, nos vamos con ganas de más. Mimbres tienen y quizá con el el paso de las funciones pulan y engranen algunas piezas.
Dirección: Roger Gual
Intérpretes: Secun de la Rosa, Miki Esparbé, Manuel Morón, Pepe Ocio, Manolo Solo y Edu Soto.
Teatro: Teatro Kamikaze