Eduardo Blanco (Buenos Aires, 1958), es un actor consagrado. Hijo de inmigrantes españoles, fue el primero de su estirpe en nacer en Argentina, aunque mantiene vivas sus raíces y es habitual verle trabajar en nuestro país. Le hemos visto en diferentes proyectos de la mano del director Juan José Campanella, como en El hijo de la novia, Luna de Avellaneda o la serie Vientos de agua. Sus personajes desprenden un carisma especial que, casualidad o no, podemos constatar es también parte de su persona. Acaba de estrenar Cuando dejes de quererme, un thriller con amor, humor e historia, que estamos seguros dejará muy buen sabor de boca en el espectador. 

Publicado por Esperanza Sánchez y Ana Casado
CuandoDejesDeQuererme_ftr_es-xx_24ips_1080_16ch_ProRes444.01_07_12_17.Imagen fija058Hemos tenido la ocasión de visualizar tu nueva película ‘Cuando dejes de quererme’, por la que queremos darte la enhorabuena, porque nos ha encantado.

Qué bueno, muchas gracias. Me alegro por ustedes que la han disfrutado y mucho por el director, que es su opera prima, y dicen que las operas primas tienen un sabor especial, tienen una cantidad enorme de sueños depositados, y cuando salen a la luz, nadan. La gente no lo sabe, se sienta a ver una película, la disfruta, o no, y punto y aparte, pero los que estamos detrás de esto sabemos lo duro que es.

Interpretas a Fredo, un padrastro entrañable y carismático, absolutamente implicado con la que considera su hija. Ante un caso similar, y sin desvelar nada a nuestros lectores, ¿cómo actuaría Eduardo Blanco?

A Eduardo Blanco le gusta la verdad. Las emociones son complejas siempre, uno no sabe por dónde van a salir. Los seres humanos somos inseguros a veces, tenemos miedos, y bueno, puesto en ese contexto uno no sabe. Hoy, aquí, sentado fríamente en una mesa con un grabador delante, yo podría decir que con la verdad. No quiero desvelar más cosas de la película. Yo creo que la película en ese sentido tinen un montón de cosas. La podemos titular como un thriller, como una película de suspense, de amor; tiene varios colores, y yo creo que uno de los colores que tiene es el del encuentro y el desencuentro, a través de las vidas que todos tenemos.

CuandoDejesDeQuererme_ftr_es-xx_24ips_1080_16ch_ProRes444.00_40_21_02.Imagen fija057Hay dos frases que cita Fredo, tu personaje, y que nos gustaría comentar contigo: «El miedo a sufrir es otra forma de sufrir», ¿pero cómo se supera el miedo al sufrimiento?.

Vos lo que me pedís son recetas, no tengo (ríe). El miedo es una forma de sufrir, siempre. Yo creo, intelectualmente hablando -después, lo que uno pueda hacer con sus emociones es otra cosa-, que la mejor manera, absolutamente siempre, es enfrentarlos. Cuando podemos pasar esa valla y enfrentar ese miedo, en general -no hablo de miedos físicos, hablo de miedos emocionales- se desvanecen y son más pequeños de lo que nosotros los agigantábamos en nuestra cabeza con nuestra imaginación. De manera que, si hubiera una receta, cosa que no creo que haya, sería enfrentarlos.

CuandoDejesDeQuererme_ftr_es-xx_24ips_1080_16ch_ProRes444.01_27_54_00.Imagen fija095«Solo un amor justifica un pecado». ¿Cualquier amor y cualquier pecado?

(ríe) Esos no son textos míos, los dice mi personaje, pero ok, acepto. Cómo definir el amor. Yo creo que el amor justifica muchos pecados. Depende, hay muchos tipos de amor. Depende de las circunstancias, lo voy a dejar ahí y no te voy a contestar porque es muy difícil hablar sobre el amor.

Aunque ‘Cuando dejes de quererme’ no deja de ser un drama, tu personaje da ciertas pinceladas de comedia que desdramatiza la gravedad de lo que se narra.

CuandoDejesDeQuererme_ftr_es-xx_24ips_1080_16ch_ProRes444.00_38_23_11.Imagen fija051Sí, creo que es un poco como la vida. Buenos Aires es una ciudad multicultural, que fue un poco influenciada por una mezcla de culturas, española casi en su totalidad, italiana y judía. Yo soy descendiente, por ambos lados, de españoles. Fredo vendría a ser la cultura italiana. Estamos muy influenciados por toda esa mezcla. En general, por lo menos en Buenos Aires, tienen un sentido del humor diferente, tienen otra forma de encarar la vida, en algunas partes de italia, igual. Y en toda esa mezcla puede salir un personaje como Fredo, donde no es su propósito utilizar cierta forma de comunicarse con cierto humor, a veces desubicado. No significa que las emociones no te atraviesen, lo que pasa es que es una filosofía de tomar la vida.

¿Y cómo es tu sentido del humor? ¿te tomas las cosas con sentido del humor, con cierto optimismo?

Creo que tengo sentido del humor, intento tenerlo, pero a veces la vida te atraviesa por momentos, y por más que uno tenga sentido del humor, lo dejo para mañana. Siempre está bueno, pero a veces no se puede. Pero sí, me considero un tipo con sentido del humor.

Una vez le escuché a Galeano una anécdota que me encantó. Dice que estaba con Fernando Birri dando una conferencia y que una alumna le preguntó a Birri que para qué servía la utopía. Galeano todavía dice: «qué suerte que no me tocó a mí esa pregunta». Cuenta que Birri contestó una cosa maravillosa, y es que la utopía está en el horizonte. Cuando uno camina diez pasos hacia ella, la utopía se aleja diez pasos. Cuando  vuelves a caminar otros diez pasos, ella vuelve a alejarse otros diez. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? para ir andando. Y creo un poco eso, siempre me pareció una definición exquisita y poética. Más allá de que los humanos hacemos lo posible para que el optimismo se desvanezca por completo, a mí me gusta pensar en eso como la utopía. Allá voy, ese es el propósito.

Uno de tus compañeros de reparto, Eneko Sagardoy, el recién galardonado con el Goya al Mejor Actor Revelación, admitía hace unos días en una entrevista que actualmente cobraba una prestación por desempleo hasta que vuelva a trabajar. ¿Cómo se vive esa inestabilidad en el mundo de la interpretación? ¿llega uno a acostumbrarse?

edfDos cositas. Una, yo creo que, o fue mal interpretado lo que dijo Eneko, o no fue el propósito de él decir exactamente eso como está graficado. Esto es lo que tengo entendido después de que saliese esa nota; es lo que he hablado con él. Después, la inestabilidad de un trabajo como el nuestro… Mirad, yo ya llevo muchos años trabajando en esto y tengo un hijo que es músico y actor también. Yo te repreguntaría, hoy, como está el mundo, ¿cuál es el trabajo estable que hay hoy? Cuando yo era adolescente se suponía que tener una carrera determinada, te garantizaba un acceso social, un equilibrio económico…, hace ya muchos años, que al menos en Argentina, no te garantiza nada de nada. Yo he estado siempre preocupado por el tema vocacional. Hay un tipo inglés, Ken Robinson, que habla sobre la educación, y él siempre habla de que todos nacemos con la creatividad del cien por ciento, y que después nuestras estructuras educativas la van cercenando en lugar de incentivarla. En la medida en que yo pueda dedicarme a lo que me apasiona, que podamos incentivar a la gente para que haga lo que le gusta, y no lo que la sociedad vaya calando, además de hacer un mundo un poco más feliz, podremos desmitificar esa inestabilidad. Incluso de repente te viene algo, lo que se llamó «corralito» en Argentina; la plata que tienes en el banco se la queda el Estado y te va dando diez pesos por semana. Entonces ¿qué mejor que uno pueda hacer lo que le gusta? si pudo descubrir lo que le gusta hacer, que eso es también complicado. Inclusive aunque puedas hacer lo que te gusta sin dedicarte ni vivir de ello, es una fortuna, después el dinero veremos de dónde se saca. Si eso te permite vivir además adecuadamente, genial, pero no siempre sucede. Sé que lo de la inestabilidad es una cosa que la gente piensa sobre nuestra tarea, pero les recordaría que el mundo ha cambiado mucho y que esa inestabilidad sin duda se traslada a cualquier ámbito o profesión.

A raíz de lo que has dicho del corralito, sale en tu serie ‘Vientos de agua’, tu personaje, Ernesto, que representa esa inestabilidad, esta incertidumbre.

Perfectamente, me había olvidado.

Habla también de esa inmigración que representa la inmigración más antigua que realizaron los españoles a Argentina y hacia otras partes del mundo.

Podemos hablar sin tanto pasado. En España en los últimos años cuántas personas han tenido que marcharse.

… y cuánta gente llega de otros países.

Lo mismo en Argentina. Está lleno de gente que viene de otros sitios. El mundo es un poco así históricamente, no es que suceda ahora. Yo creo que en ese sentido Vientos de agua lo retrata fantásticamente, pero retrata sólo dos épocas, si bien cuenta una primera historia del año 1934 al 1959, y la otra del 2001 al 2004, métete en la época de la historia que quieras, siempre ha sucedido. Somos tontos, repetimos la misma cosa sin resolverla.

Y ya que hemos sacado el tema, ¿qué opinión tienes de la inmigración actual, de lo que estamos viviendo? ¿qué podríamos hacer para restablecer la coherencia humana, que ironizaba Mafalda?

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Si yo supiera responder todas las preguntas que me haces, me postulo a manejar la ONU, mínimo (ríe). No tengo respuesta para eso. En la fantasía de la utopía, si yo puedo cambiar este momento y hacerlo agradable en lugar de hacerlo desagradable… -vos o yo este momento lo podemos hacer desagradable si queremos-. Yo no sé de dónde vienen ustedes ahora, qué pasó a vos hoy ni ayer en tu vida, ni ustedes en la mía, pero no podemos traer todas las cosas acá. En la medida en que intentemos mejorar cada instante, cada persona, cada cosa, supongo que la sumatoria de eso es la fantasía de poder vivir en un mundo mejor. Pero con tanta desigualdad, con tantas mierdas en el mundo, a veces se hace complejo, pero verdaderamente, o uno abandona o uno intenta, con todo el escepticismo, el dolor y la angustia a cuesta de ver y conocer estas historias -hay personas detrás de esas historias-. La distribución económica en el mundo cada vez es peor y esto afecta. Es un mundo muy injusto. Me llevas a pensar y repensar esas cosas y puede aparecer esa parte amarga.

¿Eres de los que piensan que somos fueguitos en el mundo como decía Galeano, o más bien que venimos a esta vida a pasar el rato? ¿qué significa en tu vida ser actor?

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(ríe) Me acabo de levantar, y lo peor es que está el inconsciente a flor de piel. A mí básicamente me gusta ser actor para contar historias, es lo que más me atrae. Como espectador, uno nace, va al cine, al teatro, o lee un libro… la imaginación se dispara. Podemos disfrutar, reír, emocionarnos, vernos reflejados en esa historia que nos cuentan y reflexionar sobre nuestra propia existencia. Somos movimiento, y en todo movimiento hay cambio. Me gusta ser actor por eso, para compartir historias. Finalmente estamos aquí todos y somos una sumatoria de fueguitos, de energía, de lo que seamos. Nos creemos tan importantes y somos tan diminutos… Si nos vemos desde una montaña, no existimos, no hablemos desde el espacio. Desde el espacio no hay ni siquiera los límites de la inmigración, hay un mundo solo en el que estamos todos dentro. Ser actor invita a contar historias, ayuda a que nos repensemos, repensemos el mundo, intentemos ir hacia un mundo mejor cada día. Al final, los buenos somos muchos más que los malos, ¿cómo puede ser que los malos nos estén ganando la batalla?

Casi siempre que se entrevista a un actor se le pregunta en qué se basa para crear sus personajes. ¿Puede ocurrir a la inversa? ¿alguna vez has encontrado que un personaje quería decirte algo a ti?

Muchas veces te hacen la pregunta de que si ese personaje tiene cosas tuyas. Yo contesto siempre ¿cómo no va a tener cosas mías, si lo estoy haciendo yo? ¿y qué quiere decir esto? Si ese personaje lo hace otro actor, va a tener cosas de él. Nuestro trabajo trata mucho sobre bucear en todas nuestras zonas, en las más claras y en las más oscuras. Seguramente si me tocara ser Hitler en una película, tendría que buscar entre las cosas más oscuras, sin duda, y sin duda sería un desafío y un personaje divino para hacer, siempre y cuando el contexto o la historia que cuenta sea antihitleriana, por supuesto.

Chaplin…

Claro, por ejemplo… Vengo de hacer una obra de teatro en Argentina que duró cuatro años, una adaptación que hizo Campanella de una obra norteamericana. A mí me planteó un gran desafío como actor, porque en general los directores, los productores van a lo fácil, «necesito a una persona así», y se busca así. En esta obra son dos protagonistas de ochenta y pico de años sentados en una plaza. A mí me toca hacer a uno de ellos. Mi personaje era además un anciano vulnerable, contrario al otro, que era un ser expléndido, un fabulador fantástico, con una energía…, la antítesis del que yo hacía. Por supuesto estuve observando a muchos ancianos antes de hacer este personaje. Mi personaje al final, inconscientemente, fue una mezcla de mi padre y mi abuelo. Por más que yo observé ancianos, tenía muchas características de ellos dos. Lo que quiero decir es que los caminos de creación son un proceso, que a veces sabes conscientemente de dónde vienen, y a veces no. Lo que pasa es que el teatro te permite experimentar más que el cine y la televisión, donde es todo más instantáneo. Los caminos son siempre diversos, por suerte.

MEMORIA

¿Cuál es el mejor recuerdo de tu infancia?
Qué difícil. La verdad es que no sé, supongo que lo recuerdos familiares y con amigos, pero hay diferentes etapas. Fuera de las obligaciones de esas etapas, estábamos mucho en la calle. Era como una aventura permanente, prefiero quedarme con eso, una aventura permanente.

¿Cuál es el objeto más raro de tu habitación?
(ríe) ¿a qué llamaríamos raro?

Algo extraño, curioso, insólito…
Yo cambio mucho de habitación. En la mía propia, salvo mi mujer y yo, no creo que haya nada más extraño que nosotros ahí (ríe).

¿Qué película nos recomendarías hoy?
Si hay preguntas que detesto, y ya te lo anticipo, son las de este tipo, porque soy muy inseguro, de repente te recomiendo una película ahora, o un libro, y luego digo ¿por qué recomendé esto? Si quieres hablamos de cine o de libros, te diría algunas que me han marcado; algo más amplio. Siempre pienso en la última, en esta ocasión ha sido El autor que la vi al venir en el avión, y me encantó. Cuál recomendaría, no sé, me paraliza esa pregunta.

¿Cuál es la mayor locura o una de las mayores locuras que has cometido en tu vida?
No sé, locuras físicas recuerdo de esa etapa que te decía de aventuras, muchas, muy arriesgadas para mi vida. Uno cuando tiene doce o trece años hace muchas locuras. Hay una película que se llama Un lugar en el mundo. Sucede en un pueblo de Argentina, el adolescente va en el caballo a toda velocidad para tratar de adelantar al tren y poder cruzarlo. Cuando vi la película, esa escena me disparó un recuerdo de mi infancia en el  que íbamos caminando por la vía, y había un puente, abajo estaba el vacío. Si pasabas por esa vía y venía el tren, no podías pasar a la otra, tenías que apurarte antes de que pasase el tren, si no te aplastaba o te caías al vacío. Esa es una, pero he hecho muchas y podía haber muerto en cada una de ellas.

¿Qué libro reposa sobre tu mesilla?
En este momento no estoy leyendo ningún libro, tengo mucho material atrasado para leer de guiones y estoy con una obra de teatro. Si quieres te digo un libro que le recomendé a mi compañera en la película. A ella le gusta Dalí y le gusta mucho leer biografías. Hablábamos y justo le recomendaba -no porque sea el libro de mi vida ni nada- Confesiones Inconfesables, de Dalí, escrito por él, donde cuenta un poco su historia, por darte un título.