Pablo Benavente (La Línea de la Concepción, 1989) estudió Historia en la Universidad de Granada, tiene cuatro libros en el mercado. En el último, Obra Viva, se decanta por la autopublicación, una opción arriesgada, valiente y con total transparencia que, al fin y al cabo, debería ser la esencia de la poesía. Me reúno con él en La Latina, el tiempo amenaza lluvia y buscamos refugio en un bar cercano. El placer de conversar con Pablo es saber que habla sin tabúes y con la única mesura, y limitación, que nos puedan poner las palabras.

Publicado por Ana Casado
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Fotografía: Javier Jimeno

Acabas de reeditar tu poemario Obra Viva en el que aparece una nota aclaratoria al principio, que a más de alguno y alguna le dejará con la boca abierta y a otros quizá se les gire el estómago. Sin entrar a desvelar el contenido de la misma, nos gustaría que nos dijeses si es sólo necesidad de soltar lastre o si hay alguna pretensión más allá de ese desahogo que puede leerse en ella.

Siempre he sido incapaz de disfrutar de algo sin meterme de lleno, sin investigar y curiosearlo todo. Por ello trato de ponerle fácil a mi lector hacer lo mismo, compartirle mi experiencia y lo que voy viviendo y viendo. Echo mucho en falta ganas de profundizar en todo este supuesto resurgir de la poesía. Posicionamiento, implicación, ganas de ir más allá. Parece que lo único que interesa es la frase bonita para el pie de foto.

En ‘La última cicatriz’ -incluido en este último poemario- dices: «Evito los espejos desde que acepté que me da más miedo aquello que soy que aquello que llegaré a ser». ¿Cuál es la parte de ti a la que más temes?

Tengo una mochila bastante grande y conozco y convivo con la mayoría de mis demonios. Soy bastante testarudo, tengo mal humor, tiendo a la desidia rápido, una tendencia a la rabia que debo trabajarme y una absoluta falta de constancia que me pesa más que cualquier otra cosa. Todo sumado me convierte en uno de los peores compañeros de vida que puedes cruzarte. A eso me refería en ese poema.

Vivimos en un momento poco alentador en muchos sentidos. ¿Dónde habita la esperanza? si es que sigue con vida…

En la primera edición de Obra Viva, debido a un fallo de maquetación, el índice indicaba el poema “La esperanza” como último, y estaba a mitad del libro. Cuando me di cuenta, me pareció interesante jugar con que la esperanza no está donde se supone que debe estar, que se ha ido o movido. Juegos aparte, opino que la esperanza está donde siempre, en el mismo sitio donde la pierdes, en las personas.

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Fotografía: Javier Jimeno

Con toda la polémica actual de las banderas, me gustaría que nos dijeses, independientemente de los colores que la compongan, qué es para ti una bandera.

Un muro que nos distancia, separa y que, rara vez, encima, elegimos. 

Haciendo de nuevo alusión a uno de tus poemas, ’Dices que, de mayor’, me planteo una cuestión ¿qué crees que pasaría si la poesía tuviese el número de seguidores, y con ese compromiso adquirido, que tiene el fútbol?

Que estaríamos acostumbrados a esta mierda y sería normal. Entonces, ni esta entrevista tendría sentido, ni yo publicaría notas incendiarias en libros autopublicados. Y que la gente cometería menos faltas de ortografía, creo. Esto último cogido con pinzas, que ya no escapan a esto ni los autores publicados.

IMG_20181204_040322Hay unos versos en esta última obra que dicen: «No hay nada que nuestra triste especie no esté dispuesta a hacer en su particular carrera por no estar solo». ¿Cuál es en tu caso el momento en que necesitas estar con alguien?

No tengo necesidad de “estar” con alguien, pero soy, por suerte o desgracia, un ser totalmente social. Todas mis metas, sueños y pasiones pierden el sentido sin gente que los reciba o gente con quien compartirlos.

Imagina por un momento que tus gatas tuviesen el don de la palabra para responderte a una pregunta ¿qué pregunta, consejo… pedirías?

Les preguntaría si se han sentido salvadas alguna vez. Siento que es lo que no dejan de hacer conmigo, salvarme.

Para terminar esta primera parte me gustaría que nos dieses una definición del amor como tú lo entiendes. 

El mayor vínculo que se puede crear entre personas. Lo único que te envuelve, ata y libera a la vez. Uno de los motores del mundo y, a la vez, una tarea pendiente de la sociedad.

 

FILOSOFÍA POÉTICA

¿Hay más angustia antes de tomar una decisión importante, en el pensamiento “puedo equivocarme”, o después de tomarla, ante el pensamiento “me he equivocado”?

Tiraría por la parte gris, te diría que lo peor es cuando estás obligado a tomar una decisión, me parece más complicado, pero si tengo que elegir entre esas dos, posiblemente haya más angustia antes de tomar la decisión; lo llevo peor. Me cuesta más eso que afrontar las consecuencias una vez tomada.

¿Hay más vacío en la nada o en el todo?

Creo que nunca tuve el todo, no te puedo decir -aunque jamás tuve tampoco la nada-, pero creo que hay más vacío en el todo porque acabas conformándote. En la comodidad no hay ningún tipo de agitación, de vida, de sangre. Tirando hacia la nada creo que hay un poco de posibilidad, hay esperanza.

¿Hay más sexo en la cabeza de una persona reprimida o en la de una hipersexual?

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Fotografía: Javier Jimeno

Qué buena… En la de una persona reprimida.

Sin salir del ámbito sexual, ¿hay más poder en la razón o en el cuerpo?

Yo soy muy fans de la sexualidad de la cabeza, de la mente. Desde la erótica de la inteligencia y la pasión en algo, me pone mucho mucho una persona que disfruta haciendo cosas. 

¿Y tiene más poder la razón o el instinto?.

Más poder hay en la razón, pero yo tiendo más al instinto.

Hay una maleta llena dinero en la silla de al lado y tienes la certeza de que nadie sabrá quién la ha cogido… ¿la coges o la dejas?

¿Sé quién se la ha dejado?

No

¿De cuánto dinero hablamos? (se ríe)

De mucho…

No me lo quedaría todo, pero lo cogería. Nadie va con tanto dinero encima con unas buenas razones. (Se ríe)

¿Qué diferencia hay entre el Pablo Benavente sobrio y el Pablo Benavente ebrio?

Que tengo mucho más sueño cuando estoy borracho. No soy de las personas que se arrepienten de lo que hacen cuando están borrachas.

Imagina que hay un pequeño habitáculo en el que vas a estar encerrado un mes. ¿A quién eliges para que te acompañe en el encierro?

A mis gatas. ¿Vale como respuesta? (ríe)

Hay un deseo para ti, ¿qué pides?

Podría decirte una respuesta típica del tipo “la paz mundial”, pero te diré que la tranquilidad o la certeza de que voy a conseguir algo, el resto sería pelearlo y llegar a ese punto.

@pbenavente_

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