chaplin

Tengo que confesarlo, llevo varios días con una lucha interna importante. ¿Por qué? Te preguntarás. O a lo mejor no. A lo mejor no te importa en absoluto lo que pasa por el interior de mi cabeza, y lo entiendo. Pero esto es lo que me tiene con esta guerra interna que hace que unos días me cueste horrores parar de reír, quizá de impotencia, y otros días las lágrimas asomen y sea complicado contenerlas, ¿a qué me estoy refiriendo?
Al respeto.
De tanto manosearlo hemos llegado a prostituir en buena medida su significado. De tal manera, que tengo la sensación de que hoy en día “respetar” implica una suerte de “sí, sí, habla, pero me importa entre nada y una mierda lo que me digas”. Eso no es respeto. No tengo ni idea de lo que es, pero respeto, desde luego, no.
El otro día leía la columna de opinión de Elvira Lindo para el diario “El Pais”. Hacía referencia a la situación que se produce con la celebración de la Semana Santa. Me pareció genial y muy ocurrente, como casi todo lo que escribe. No se oponía, claro está, a la celebración de esta fiesta, sino que se preguntaba por el “respeto” al resto de personas que viven en este país y no profesan la religión católica (cada día más por cierto).
¿Qué ocurre con ellas?
Sobre todo si advertimos que la CE refleja que este es un país aconfesional en su artículo 16 (te animo a dar una leída a los puntos 16.1 y 16.3). El número de comentarios desagradables que recibió el artículo en su publicación digital, que fue la que yo leí, invitan a reflexionar que el “respeto” a otra forma de pensar no está muy presente en nuestra sociedad.
Hasta aquí nada anormal, teniendo en cuenta nuestras “tradiciones”. No nos puede extrañar (aunque sí apenar) este comportamiento, estamos cansados de ver el enorme “respeto” que hay en los debates al respecto de los toros, por ejemplo, o en el fútbol. En este ejemplo es mucho más patente ¿verdad? ¿Para qué vamos a poner en marcha la dialéctica, si podemos solucionarlo a gritos? O mejor aún, a golpes.
¿Te imaginas una discusión en una cafetería un lunes por la mañana, en la que dos personas se increpan la una a la otra de este modo?

— La mejor fórmula para acabar con el capitalismo, son las teorías existencialistas de Sartre. Lo del debate de este fin de semana ha sido claro. Se han superado los débiles puntos de la teoría del conocimiento de Marx, y todo el mundo lo ha podido ver.
— ¿Cómo dices? No tienes ni idea ¿Qué debate viste tú? Eso no me lo repites en la calle.
¿Gracioso, no?

Aquí, en Semana Santa el gobierno decide poner la bandera a media asta sin pensar que muchos españoles pueden sentirse ofendidos con ese gesto; y también es su gobierno. Muchos incluso pueden haberles votado. Almudena Grandes, en su columna, lo explicó de fábula.
Sigo empeñado en desentrañar qué será eso del “respeto”. Sobre todo cuando muchas personas en ciertos lugares de España, se ven obligadas a salir de sus casas ante la celebración de ciertos fastos porque no pueden trabajar, dormir, o simplemente vivir en su casa en paz.

Como siempre que tengo una duda, acudo a la RAE a ver si me aclara. Me dice que respeto humano, es el «miramiento excesivo hacia la opinión de los hombres, antepuesto a los dictados de la moral estricta».
Y entonces todo me queda mucho más claro. Porque ante tal definición, entiendo que nadie se ha enterado de nada y por eso se comporta el mundo como se comporta.
Es por esto que tendemos a imponer (que no respetar) nuestra forma de ver y pensar sobre la de otros. Pero sin embargo, esto no nos incapacita al mismo tiempo para tener una nula observancia de los hechos que nos asolan día sí, día también, en cuestiones como la corrupción política. No nos sorprendemos ante los actos de connivencia de ciertos medios de comunicación con tramas de intrigas palaciegas, más propias de la corte de Felipe IV que del momento actual (o a lo mejor no). Nos callamos ante guerras preventivas, explotación infantil, trata de personas, abusos de menores por parte de miembros de confesiones religiosas, atentados terroristas en nombre de un supuesto Dios… y todo lo hacemos ante una sentencia que lo deja más que claro, y limpia nuestra conciencia de un plumazo: “es lo que hay”. Es como el Espectro patronus de Harry Potter, que vale para todo.
Quizá por eso, el gobierno decidió que en uso de ese respeto mal entendido, había que eliminar de la formación de los jóvenes de este país asignaturas como Música y Filosofía. Porque está claro que no ayudan a conseguir ese “respeto” que necesitamos, claro. No generan “Marca España” como salir a la calle de riguroso negro con peineta y mantilla. Es cierto.
Ahora esta decisión viene completada con la propuesta de eliminación de la asignatura de Literatura Universal. Total ¿para qué? ¿No?
Mucho alarde de los fastos de celebración de El Quijote, la muerte de Cervantes y demás, pero al fin y a la postre es todo pura pose, un lavado de cara frente a la sociedad que se lo traga hasta el fondo. Borges, Twain, Galdós, Cortázar, Joyce, Woolf…etc, etc. No son dignos de ser estudiados. Esos son peligrosos escritores y escritoras.
La próxima en caer puede que sea Historia, o Arte, para el caso que le hacemos mejor fulminarla, pensarán en Moncloa. De hecho, de la Historia solo nos acordamos cuando nos beneficia, porque si la misma supone restañar el perjuicio sufrido por cientos de miles de personas en este país víctimas de una dictadura, eso es mejor olvidar. Para eso no hay “respeto”, mejor “olvido” y “es lo que hay”.

Así que no te extrañes al leer columnas de opinión como la de Pérez Reverte, estallando contra algunos de los contenidos de ciertos libros de texto. Tiene su sentido; establecer una única corriente de pensamiento que haga del “respeto” algo inherente al discurso de cada individuo. Ni rastro de crítica en sus conversaciones. Ni rastro de pensamiento, ni de conocimiento. Una suerte de reality show de la televisión actual en el que solo nos importe el hedonismo impostado, y los poderosos por detrás se lo sigan llevando crudo.
Todos con la misma postura oficial camuflada de libertad de pensamiento y opinión.
¡Magistral!
¿Entiendes ahora por qué lo de las risas y las lágrimas?

José Carlos Sánchez. ESCRITOR
@jcsanchezwriter